Deporte como herramienta de formación: Los juegos de las empresas

Cada vez es más frecuente que las empresas, especialmente las de tamaño grande, inviten (o sometan, según la política interna) a sus empleados -normalmente directivos, pero no sólo- a tomar parte en actividades en el exterior. Hay no pocas empresas especializadas en outdoor training, que aunque no tiene por qué tener un componente deportivo sí es frecuente que lo incluya, y los resultados parecen indicar que la gente agradece que sus jefes les dejen salir a jugar.

El juego es, metodológicamente, muy importante en la formación, porque es la condensación de todos los principios del «learning by doing«. Pocos son los cursos en los que no incluyo alguna actividad lúdica, y de ello he hablado y hablaré en otras ocasiones. Sin embargo, el deporte (que también es inequívocamente «aprender haciendo») tiene una ventaja adicional, y es que crea una desconexión total con el ambiente de trabajo. Uno puede estar peloteando con sus compañeros, pero la mayor parte del tiempo abstraerá el hecho de que lo son, para centrarse en verlos como aliados o rivales, según qué toque. Se crean vínculos diferentes a los laborales con gente con la que normalmente uno no se relacionaría fuera de la oficina (con la probable excepción de las cenas de empresa, que tienen un papel similar aunque menos controlado y controlable, y por tanto menos apto para desarrollar estrategias de formación), y se establecen canales de comunicación que, si bien suelen durar lo que dura la actividad deportiva, dejan un rastro que puede seguirse después para reforzarlo y convertirlo en una nueva ruta para el flujo de información interno en la empresa.

El principal problema no es tanto la falta de disposición de los departamentos de RRHH a realizar este tipo de actividades, sino el esfuerzo de organizarlas e integrarlas en un plan de formación. Por eso es interesante que haya quien se dedica a darlo todo bien masticado y de paso montar un evento a lo grande. Los juegos de las empresas llevan ya varios años juntando en Madrid a un buen puñado de compañías que ponen a sus empleados a sudar la camiseta corporativa. Seguramente la perspectiva de los participantes y de sus organizaciones no sea exactamente la misma, pero muy probablemente los objetivos de éstas (motivar, fidelizar y cohesionar a sus equipos) se cumplan incluso sin la intención expresa de aquellos, que seguramente a lo que van es a pasar un buen rato. Precisamente esa combinación de las dos perspectivas es la que hace que el deporte sea un catalizador tan eficiente de determinados tipos de formación -sobre todo la que tiene que ver con la creación de equipos de alto rendimiento-, y probablemente la responsable de que los RRHH y la gerencia lleven ya unos años nutriéndose de estrategias que vienen del campo deportivo (¿o acaso le ha extrañado a alguien ver a Fabio Capello como invitado en Expomanagement 2009?).

La existencia de un Foro de empresa y deporte que acompaña a los Juegos apunta a una planificación bien pensada, porque es imprescindible que los responsables sepan qué van a sacar en claro además de la posibilidad de machacar a la competencia por 20 puntos. Si los trabajadores van a darlo todo para quedar en buena posición, a sus responsables (que, desde mi punto de vista, deben ser los primeros en saltar al campo) les tocará después convertir lo que ha pasado en un aprendizaje consciente y trasladable al entorno laboral. En las formaciones in company no va a ser fácil incluir baloncesto, ajedrez, badminton, basket 3×3, bolos, mountain bike, carrera urbana, cross, dragon boat, fútbol 7, fútbol sala, golf, karting, natación, tenis, tenis de mesa, pitch&putt, piragüismo, paintball, padel y voleibol; así que seguramente sea una buena idea sacar a tus equipos a la cancha cuando puedes.

Ya quisiera yo poder montar un partidillo de esos en mis cursos…

Esto sí es e-learning

David Wiley pone en marcha el primer curso universitario de Educación Abierta con un diseño de juego de rol multijugador

A través del interesante y altamente especializado blog de Dolors Capdet (que tengo entre mis favoritos desde hace tiempo) me entero de una iniciativa de David Wiley -creador del OpenContent– para desarrollar un curso sobre aprendizaje abierto que destaca por su originalidad y total inmersión en el aprendizaje 2.0.

Os remito a la entrada original, porque poco puedo decir yo que no diga ella. Bueno, sí, que igual me animo a apuntarme, aunque sospecho que me va a hacer sudar tinta.

Seamos serios…

Me llama la atención el artículo aparecido hoy en el suplemento Negocios de El País: Aprenda jugando y esquive el paro, se llama.

Resulta ser un análisis somero de dos tendencias en tiempo de crisis: por un lado, las organizaciones recortan sus presupuestos de formación y hacen más hincapié en el e-learning (que reduce costes), y por otro los trabajadores aumentan el gasto en cursos para evitar el despido o salir del desempleo. Todo bastante lógico y con un par de cuestiones que tal vez trate en otra entrada, pero mi primera reflexión es sobre el encabezado.

Entiendo que el título está puesto para atraer al ojo del lector, pero teniendo en cuenta que en el cuerpo del texto no se hace ni media mención al aspecto más lúdico que pueda tener el e-learning, no le veo mucho sentido. Y sin ese matiz, encuentro un tanto exasperante esa identificación entre aprender a través del ordenador y el juego. Si hablásemos de formación a través de videojuegos (una de las múltiples posibilidades que se desarrollan en eso que se da en llamar u-learning o aprendizaje ubicuo, y que sin duda es la tendencia que viene) o de formación presencial lúdica tipo serious play, todavía tendría un pase. Pero ese titular refleja una de esas ideas preconcebidas que, me da la sensación, no están basadas simplemente en el desconocimiento, sino que residen también en la cabeza de muchos responsables de cursos online. La mayoría de las plataformas rebosan de botoncitos llamativos, mascotas sonrientes y autoevaluaciones planteadas en forma de sopa de letras.

Con lo bien que queda un interfaz limpio, un uso intensivo de las posibilidades multimedia que no se limite a leer y apretar botones, y en general un diseño que no parezca pensada para escolares de Primaria… ¿por qué alimentamos la creencia de que «aprender con el ordenador es como jugar»? Aprender «con el ordenador» puede ser más fácil, más completo o tener más posibilidades en ciertos casos -y menos en otros-, y desde luego puede ser divertido, pero no más que otros tipos de formación.

Yo puedo hacer chistes, organizar juegos y montar pasatiempos cuando doy un curso presencial, pero no por eso defiendo que enseño jugando. Enseño con los métodos que más se ajustan a cada caso, que es exactamente lo que ocurre con cualquier acción formativa bien hecha, sea e-learning o no. Tendré que investigar si Moodle tiene alguna plantilla con motivos fúnebres, para compensar.